1. Mi madre y el macarra


    Fecha: 06/08/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que las colocó sobre Francisco para guiar sus movimientos y acariciarle las anchas espaldas.
    
    - ¡Dios mío Francisco! Mmn gmm ¿Quién te enseñó a hacer estoooooo?
    
    - ¡Qué delicia Verónica!... Slurp glup… Creo que no soy el único que está necesitado… estás bien humedita. Te digo que te relajes y disfrutes.
    
    Podía escuchar claramente los ruidos del sexo oral, a pesar de que los gemidos habían ido aumentando su volumen. Mi amigo se daba un festín y parecía no importarle el vello púbico. Sorbía con verdadera devoción todo lo que expulsaba mi madre e introducía la lengua en el coño en búsqueda de más. A veces estaba quieto, respirando profundamente, disfrutando el aroma. Evidentemente ambos estaban en el oral de sus vidas.
    
    - Aquí abajo huele a gloria. Creo que vamos a disfrutar muchos ser vecinos.
    
    - Ohh… sigue, por favor Fran
    
    - Voy a seguir, hoy y mañana. ¡Voy a venir todos los días a comerte este coñito!
    
    Después de casi diez minutos de oral, en los que Francisco lamió, escupió, acarició con la lengua e incluso introdujo dos dedos mi madre ya había tenido un orgasmo y estaba cerca del otro. El macarra se hinchó de orgullo, al ver que era capaz de satisfacer a una mujer hecha y derecha solo con la boca. Mientras la segunda corrida de mi madre llegaba, él comenzó a masturbarse por dentro de la prenda. Paró, disfrutando de los estremecimientos femeninos con la cara enterrada, pero viéndola a los ojos. Ella terminó de retorcerse y bajó la vista, como preguntando ...
    ... porqué paraba. Francisco sonrió nuevamente y separando el rostro, dio un lametón largo y lento con toda la lengua de fuera sobre la raja de mi madre. Incluso distinguí que su lengua se quedaba con algo de vello público. Me golpearon unas fuertes arcadas al ver aquello y casi vomito en las escaleras, lo que hubiera revelado mi posición de testigo en aquella escena. Afortunadamente me controlé y volví a enfocar la vista en la sala, sin pensar en cómo me afectaría lo que iba a suceder.
    
    - Túmbate nena, anda – le dijo Francisco dándole palmadas en el culo
    
    Mi madre se acostó sobre el sofá cuan larga era y se estiró como una gata, poniéndose cómoda para la sesión de sexo que se venía. Acarició el paquete de Francisco con los pies por encima del bóxer, mientras le dirigía sonrisas traviesas. Él se trepó al sillón, quedando de rodillas encima de las piernas de mi madre. Luego retiró su ropa interior. Tenía una herramienta impresionante y repugnante a la vez. Andaría por encima de los veinte centímetros, casi del grosor del antebrazo de mi madre. No estaba circuncidado, pero el tamaño del pene en erección hacía que la piel del prepucio se retrajera, dejando a la vista el amoratado glande. Las venas se marcaban claramente en aquel poderoso miembro que parecía tener vida propia ya que palpitaba ligeramente. Goteaba, expulsado líquido preseminal que caía sobre el cuerpo de la mujer que tenía debajo. Francisco sonrió orgulloso, al ver que había impresionado a la madurita con su ...
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