Mi madre y el macarra
Fecha: 06/08/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... el problema con eso.
- ¿Qué no tiene agua corriente en su casa? Aparte, ¿por qué viene tanto?
Nuestra discusión en voz baja fue interrumpida por la salida de Francisco de la ducha. Tengo que decir que me impresionó y sentí envidia a la vez. Venía solamente con una toalla amarrada a la cintura. Lucía un físico potente, con brazos y hombros gruesos y redondeados, unos pectorales voluminosos e incluso indicios de abdominales. Me sonrió socarronamente al darse cuenta de que le estaba mirando.
- ¿Qué tal tu ducha?
- Muy bien, gracias Verónica.
- Me alegro. En cuanto acabes de vestirte baja, la comida ya está preparada.
- Ya voy. Con permiso.
Acompañó sus últimas palabras con un movimiento de su brazo que me impulsó contra la pared de atrás. Luego entró a mi habitación y se encerró. Dirigí una mirada de indignación a mi madre, pero ella se limitó a decirme que bajara a comer. Era como si no se hubiera dado cuenta del empujón. Descendí a comer, ya que había sido despojado de mi habitación. Francisco se nos unió después de unos minutos. Mamá y él comieron charlando animadamente. En vano intenté participar en la conversación, ya que Francisco sencillamente elevaba la voz cuando yo mostraba indicios de querer hablar. Mi madre estaba atenta a lo que decía mi amigo, incluso en una ocasión me pidió que no lo interrumpiera. Parecía que yo había sencillamente desaparecido.
Ya iba comprendiendo el juego de mi ex amigo. Estaba todo el día en casa, retirándose cuando ...
... mi padre llegaba. Aprovechaba ese tiempo para charlar con mi madre, con evidentes malas intenciones. A mí me enfermaba escuchar sus conversaciones, por lo que estaba casi todo el día solo en mi recámara. Desde allí podía escuchar los retazos de las voces (o mejor dicho voz, ya que casi siempre era él quien hablaba) y risillas tímidas de mi madre. También había adquirido el hábito de frotarse contra ella. Varias veces, con excusa de ayudarla a cualquier cosa, se colocaba tras de mi madre y le restregaba su hombría. Ella no podía librarse del agarre de ese mastodonte, así que aguantaba. Luego, cuando terminaba de “ayudarla” le daba un pequeño azotito. Mi madre simplemente reía y negaba con la cabeza.
Francisco era cada vez más hostil conmigo y más amigable con mi madre. Siempre que hablaban tenía las manos encima de ella, sobándola todo lo que pudiera. Lo que no entendía era ¿cómo era posible que ella no notara la conducta de Francisco? ¿Es que acaso no se daba cuenta de que solo se retiraba a su casa para dormir, de los constantes piropos, de los ocasionales roces?
Esa semana (la tercera luego de que él volviera a entrar en nuestras vidas) fue desagradable. Francisco no se limitó a estar en casa, sino que adquirió ínfulas de jefe. Comenzó pidiendo un vaso de agua, luego algo para picar mientras veía el fútbol. Para el final de la semana ya estábamos los dos bajo su mando. Nos daba órdenes con total desparpajo. Sobre todo, a mí. Usaba a mamá solamente para cosas pequeñas. ...