Amigo
Fecha: 19/10/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... en el centro del sofá a su lado. Nada más sentarme sobre la sábana que cubría los cojines me di cuenta de mi semidesnudez. Llevaba unas braguitas de una pieza, muy cómodas, de corte brasileño, de esas que dejan los glúteos al aire. Instintivamente tiré de la tela de la camiseta hacia abajo para cubrirme un poco pero era una camiseta vieja y pequeña y apenas me cubría las braguitas. Agradecí la oscuridad que había, de otra manera Stephen, que estaba tumbado con la cabeza apoyada en el brazo, habría tenido un primer plano de mi entrepierna y de mis pequeñas braguitas rosas.
Entre susurros comenzó a preguntarme sobre como me había sentido después de la muerte de Pau, sobre como lo había vivido Pedro, sobre como iba nuestra relación. Viniendo de otra persona estas preguntas me habrían molestado, pero la forma de hacerlas de Stephen, la sincera preocupación que se percibía en su voz, hacía muy difícil a cualquiera negarse a explicarle sus pensamientos más íntimos, los deseos y los miedos. Así que le expliqué cómo habían sido aquellos difíciles momentos de hacía un año, como los habíamos vivido Pedro y yo. La estrecha relación amorosa que se había creado entre nosotros, aún más profunda de lo que ya lo era. Me dijo entonces que pensaba que para la madre perder un hijo debía ser algo muy carnal, como si te quitaran parte del corazón. Me preguntó cómo me sentía cuando pensaba en Pau. Buscaba en mi interior, incapaz de evitar mostrarle el dolor que sentía, no pude evitar que se me ...
... humedecieran los ojos. Mientras intentaba explicarle mi pena las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas y yo me las recogía con la palma de la mano. Stephen, dándose cuenta de mi llanto en la oscuridad, posó suavemente su mano en mi muslo.
El contacto de su mano en mi piel provocó una explosión en mi interior, un escalofrío que ahogué con mi llanto para evitar que él se diera cuenta. Pero eso tan solo provocó que él empezase a acariciar mi muslo para intentar consolarme con su cálido contacto. Su mano se paseaba entre mi rodilla y mi ingle y a mi pesar mi cuerpo empezó a reaccionar como lo había hecho 5 años atrás. Noté como se me erizaba el vello de los brazos y la nuca, como se abrían los poros de mi piel y en mi entrepierna, la vulva pulsaba al ritmo de los latidos de mi corazón, apretada contra la fina tela de las braguitas.
Como veía que no me tranquilizaba, aunque la razón no era la que él pensaba, se incorporó apoyando la espalda en el respaldo del sofá y pasó su mano derecha por mi espalda atrayéndome hacia él para abrazarme. Noté como su mano subía por mi columna, bajo la corta camiseta y a la altura del sujetador que no llevaba se paraba y me atraía poderosa hacia él. Instintivamente abrí los brazos y le abracé mientras hundía mis lágrimas en su cuello. Me apreté fuerte contra él. Notando su calidez bajo la piel de mis brazos, la consistencia de su cuerpo contra mi pecho. Solo llevaba puestos unos pantalones de pijama y únicamente mi camiseta separaba su ...