-
Amigo
Fecha: 19/10/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... para liberar su pene de los pantalones del pijama, pero él a penas me permitió tocarlo. Acabó de sentarse en el sofá y con su abrazo me elevó sobre él. Mi camiseta se elevó por el roce y noté el contacto de la piel de mi vientre con su pecho. Haciendo alarde de fuerza y habilidad me mantuvo elevada contra él con una mano mientras con la otra acababa de levantar mi camiseta. Un escalofrío me recorrió el espinazo cuando su boca atacó directamente a mi pezón izquierdo. Se entretuvo apenas medio minuto en mis pechos, yo tenía la cabeza tirada hacia atrás y los ojos cerrados. En ese momento ya había olvidado completamente donde estaba. Después de besar mis pechos y mis pezones dirigió su mano a mi entrepierna. Estoy segura que notó la humedad a través de la tela de las braguitas. Sabiéndome preparada separó la tela dejando al descubierto los labios de mi vulva. El roce de sus dedos contra el vello de mi intimidad me elevó de nuevo a ese estado de casi orgasmo y no pude evitar un ligero gemido. Oí como susurraba un “shhhh” y ponía la mano sobre mi boca. El olor de mis propios fluidos en sus dedos tuvo un efecto embriagador. Entonces empezó a hacerme descender hasta situar la punta de su pene en la entrada de mi vagina. Mis labios se abrieron automáticamente. Stephen me sujetaba por la cintura con su brazo derecho y por el cuello con el izquierdo. Estaba completamente a su merced. Me hizo descender suavemente, introduciendo milímetro a milímetro su pene en mi vagina. La ...
... sensación era indescriptible, la delicadeza con la que me penetraba tenía el efecto de permitirme notar perfectamente como las paredes de mi vagina se dilataban, como los pliegos se estiraban. Notaba su miembro contra cada milímetro cuadrado de mi interior y al mismo tiempo intuía su enorme volumen. Tuve el primer orgasmo durante esa primera y suave embestida. Hundí la cara en su cuello para ahogar el gemido de placer mientras el pene de Stephen ocupaba completamente mi lubricada caverna y la punta de su glande tocaba la entrada de mi útero. Mientras temblaba entre sus brazos volvió a elevarme y a dejarme caer lentamente sobre su pene una vez y otra. Cada penetración era increíblemente tierna y duraba quince o veinte segundos. Nuestras respiraciones se acompasaron pero el ritmo de las embestidas no varió. Yo estaba muy húmeda, pero el pene de Stephen ocupaba de tal manera mi vagina que sus penetraciones eran completamente silenciosas, yo notaba que los labios de mi vulva rodeaban completamente al intruso y las paredes de mi vagina abrazaban su pene. Casi creía notar las venas que llenaban su falo sobresaliendo del tronco de su pene como raíces de la tierra. Estuvimos así cuatro o cinco minutos, en silencio pero sin preocuparnos por si Pedro nos descubría, yo sentada sobre él y siendo penetrada una y otra vez por su poderoso miembro. Los dos abrazados, sudando, con mis pechos contra sus pectorales y su respiración en mi oreja. Stephen únicamente tuvo que modificar ...