1. Lo que pudo haber sido (Parte V)


    Fecha: 18/11/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... mirada
    
    - ¿Vale controla tus orgasmos? – quise saber
    
    - Usualmente si
    
    - ¿Por qué me estas pidiendo permiso ahora, si antes ya te has corrido muchas veces? – pregunté con severidad
    
    - Pues… - balbuceó y sonreí al poder haberla atrapado un poco
    
    - Contesta con sinceridad
    
    - No sabía cómo serías – comenzó a explicarse aun con la cabeza gacha – Si sólo serías un hombre más, si serías un amo… No lo sabía, hasta ahora… Me corrí porque lo necesitaba y porque quería darte un pretexto en caso de que lo quisieras. He cometido un montón de cosas que mi amor y amo no me permite hacer…
    
    - Por mi puedes correrte las veces que quieras, cuando quieras – le dije tras un breve momento de cavilación – y ya que estamos en éstas… Sólo tengo unas cuantas cosas que quiero dejar en claro: 1) siempre quiero la verdad, por más ofensiva o cruel que sea. Si te pregunto algo, me respondes con honestidad; 2) si hay algún límite que no deba cruzar, me lo dices. De igual manera si tienes alguna palabra de seguridad, házmela saber. ¿Entendido?
    
    - Si señor – contestó
    
    Le ordené ponerse de pie y con las manos a los costados. Tomé un látigo corto de muchas tiras y lo agité un poco. Usualmente, hay maneras de provocar dolor sin hacer mucho daño a la piel y eso requiere cierta práctica. Una de las reglas básicas es siempre cuidar a tu contraparte, pero por alguna extraña razón ella no quería miramientos ni precauciones. De prueba estaba su cuerpo lleno de cicatrices. Así que me dispuse a ...
    ... lastimarla en toda regla.
    
    Empecé con algo ligero, pero sin tener mucho cuidado. Azoté fuertemente sus tetas, sus muslos, su panza, su espalda y sus nalgas. Tal vez, diez azotes en cada zona, para calentar. Y ella los aguantó estoica. Ni siquiera gimió.
    
    Recuperé de la maleta un látigo un poco más largo y de igual forma, con muchas tiras de cuero. Repetí el castigo sólo que aumenté los golpes a 15 en cada zona. El aire restallaba con cada uno de mis movimientos y ahora si logré sacarle algunas quejas, pero no se movió ni hizo amago de protegerse, lo cual me indicaba que suprimía muy bien sus instintos naturales y que de verdad gozaba con el dolor.
    
    No pude evitar acercarme a ella por detrás y azotar con mi mano duramente sus nalgas, ya maltrechas por los azotes de la jodienda previa aunado a los golpes del látigo que acababa de recibir. Golpeé con furia y fuerza desmedida ese gigantesco y gordo culo hasta que mi mano me ardió. Toqué bruscamente su concha y nuevamente la encontré encharcada. Le introduje un par de dedos, jugueteé un poco en su interior y me retiré para continuar.
    
    Dejé de lado los látigos y cogí las numerosas pinzas metálicas que encontré y me dediqué a adornar sus tetas. Maru suspiraba cada vez que colocaba una, pero la notaba al borde del orgasmo. También encontré unas pesas pequeñas que se adaptaban perfectamente a los aros que tenía en los pezones o en la vulva y decidí estirar todos.
    
    Cuando hube terminado con las tetas, como me sobraban pinzas, ...