1. Lo que pudo haber sido (Parte V)


    Fecha: 18/11/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... coloqué algunas en sus labios vaginales y cerca de su clítoris. Ella ya gemía, pero soportaba muy bien todo aquello. Revolví nuevamente la maleta hasta dar con una vara de las que se utilizan para el “canning”. Sé que son muy dolorosas. Sonreí.
    
    Feliz de tener un culo que anhelaba ser destrozado, comencé a golpearla con la vara en las nalgas. Fue la primera vez que la escuché gritar. Sin pedírselo, comenzó a contar los azotes. Cuando llevaba quince, temblaba y berreaba de dolor. El siguiente golpe blandió el aire de lo fuerte y alcancé a ver sangre instantes después sobre sus nalgas. Maru cayó de rodillas, pero al instante se recargó en el sillón, manteniendo el culo bien parado.
    
    - ¿Quieres que me detenga zorra? – pregunté dubitativo ante el estado de sus nalgas y escuchar sus sollozos.
    
    - No… No – me dijo y me imploró – por favor sigue… sigue…
    
    - Estas sangrando – apunté como que no quiere la cosa, pero descargué otro golpe, el cual hizo que gritara de dolor
    
    - ¿Eso que importa? – me dijo cuándo hubo dejado de gritar – Por favor, sigue…
    
    Como respuesta le arreé dos golpes seguidos tras los cuales vi más sangre y cuando descargué un tercero, Maru estalló en un orgasmo intenso, soltando una cantidad inmensa de jugo. Se dejó caer al suelo y comenzó a temblar, completamente ajena a todo y gimiendo. La escena era extraña y decidí adornarla orinándole nuevamente encima mientras disfrutaba del orgasmo. Casi ni lo notó. Esto último fue particularmente complicado, ...
    ... debido a que tenía una erección considerable y debo confesar que estuve a punto de correrme con todo lo anterior.
    
    Maru se recompuso un par de minutos después y volvió a colocarse con el culo en pompa. Las pinzas seguían lastimando su piel en donde las había colocado y las pequeñas pesas hacían su parte. La sangre seguía brotando a gotas sobre las líneas marcadas en sus posaderas y le conferían un color más rojo, si cabe. Incapaz de contenerme un segundo más, abrí sus nalgas y la sodomicé con furia, con toda la intención de hacer temblar las pinzas. Ella gemía con cierto dolor, pero aguantaba como una campeona.
    
    Mi lado sádico afloró más y comencé a azotar su espalda con brío mientras mi verga se llenaba de sus excrementos. Maru gemía se retorcía ante cada golpe de la vara, pero con la otra mano la tenía bien sujeta. Por momentos, se pedorreaba y expulsaba pequeños pedazos de mierda añadiéndole una presión curiosa a mi penetración.
    
    Tras cerca de veinte azotes en su espalda, dejé a un lado la fusta y la tomé por sus inmensas caderas. Aumenté el ritmo de mi penetración, soltando esporádicos azotes sobre sus muslos y nalgas. Continué así cerca de diez minutos y sentía cerca mi orgasmo. Maru lo intuyó e intentó apretar su esfínter, acompasando mis frenéticos movimientos con su cadera. Exploté y morí. Una muerte chiquita.
    
    Cuando salí de su culo, casi inmediatamente succionó mi verga para limpiarla, cosa que agradecí. El verla tragar su propia mierda casi me hace tener otro ...