El regalo: Un antes y un después (Tercera parte)
Fecha: 09/03/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... desnudo, ya ni quita ni pone que te vea yo también. De hecho tú has tenido que lidiar con mi ebriedad, me has duchado y secado… ¡Todo! No tenemos nada que ocultarnos. —Dijo mi jefe con un tono de voz cariñosa y para nada autoritaria. Lo miré ruborizada.
Era verdad, pero no debía pasar de ahí. ¡Una circunstancia de la vida, nada más! Nadie podría saberlo, ni su esposa ni Rodrigo, ninguno. Con cuidado de no enseñar de más, retiré por completo mi sostén. Lo dejé caer a un lado de la cama, y de igual manera, levanté un poco mis caderas, me acomodé la toalla presionando la tela bajo mis axilas y mis manos retiraron afanosamente mis emparamadas bragas. Don Hugo se colocó en pie también, pero respetuosamente, no desvió su mirada hacia mí desnudez. Sencillamente se acercó hasta el mueble donde reposaba la botella de whiskey y se devolvió hasta la cama.
—Estaría bien un trago para quitarnos este frio. ¿No te parece? —Me dijo sonriente y blandiendo en su mano aquella botella.
—En realidad se me hace el colmo que después de todo, vuelva usted a querer beber. ¿Es que no lo entiende jefe? Tenemos cosas urgentes en la oficina, mejor nos vestimos que se está haciendo tarde.
—Solo un trago Silvia, tan solo para entrar en calor. ¿Qué mal nos puede hacer? —Y como respuesta mía, ¡Pufff! le ofrecí un suspiro, con mis ojos mirando al techo–.
—¡Prometido! —Terminó por decirme y sentándose a mi lado, acomodó su toalla alrededor de su cintura, sin ajustársela completamente–.
Me ...
... pasó la botella, y mirándolo tomé un pequeño sorbo. Me supo horrible he hice una mueca de desagrado. Mi jefe soltó una risa y a continuación bebió él.
—Jajaja, el primero siempre entra mal. Brrrr, que frio. Gracias Silvia, si no fuera por ti… —Y se acercó aún más a mí, pasándome un brazo por encima de mis hombros desnudos.
—Jefe en serio, tengo los documentos pendientes para su firma y es urgente enviarlos a la oficina en Nueva York.
—¡Jajaja! Silvia ¿sabes qué horas son allá? Es temprano para ellos, tenemos tiempo suficiente.
Y me ofreció de nuevo aquel ambarino botellón. El segundo trago me supo mejor. Se lo agradecí porque sí estaba dejando ya de temblar. Don Hugo bebió un trago más largo y se tendió en la cama y con su movimiento sin quitar su brazo de mis hombros, me recostó con él. Terminó mi cabeza sobre su brazo derecho y él me observó. Se hizo silencio en aquella habitación; tan solo se escuchaba mi respiración y la suya, bastante agitadas; nerviosos ambos, desacostumbrados los dos, por estar así tan cerca y tan desnudos bajo esas humedecidas telas.
Se incorporó un poco, de medio lado y dio otro trago a la botella, me la alcanzó sin dejar de mirarme a los ojos y me dijo…
—Este si es el último. —Me negué a beber, moviendo mi cabeza en un claro no. —Por favor, mi ángel, hazlo por mí.
Y lo hice, al levantarme sobre mis codos y estirar mi brazo para recibir la botella de su mano, el nudo de mi toalla se deshizo y esta se abrió. Extrañamente no hice nada ...