Dos sesiones de fotos
Fecha: 10/03/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... mi agencia. Pero no tenía por qué preocuparme, al fin y al cabo todo parecía de lo más normal, nada que no hubiera visto antes.
El estudio en el que entré estaba claramente ambientado para hacer una sesión de lencería, decorado como un dormitorio de lujo, con una gran cama con dosel de encaje en el centro. Un hombre de mediana edad trajinaba con unas luces para iluminarla correctamente. Cuando oyó la puerta del estudio cerrarse detrás mío exclamó:
—¡Oh! ¡Por fín, la modelo está aquí!
Tenía un pelo muy espeso y negro, igual que sus ojos, y no dejaba de mirar su reloj frunciendo el ceño y murmurando algo nervioso. Cuando se acercó y entré en su campo de visión se paró para verme, y su rostro se transformó en una sonrisa.
—Bueno, veo que ha valido la pena la espera —dijo observándome.
—Hola, me llamo Lucía… —empecé a presentarme tímidamente—. Me dijeron que le dijera que yo podría valer para la sesión de lencería…
—¡Pues claro! ¿Para qué te piensas que estamos aquí? —me cortó el hombre, severo—. Venga, vamos a empezar que no tenemos todo el día.
Examiné el resto de la habitación intentando identificar por qué puerta se llegaba a los vestuarios. Me puse nerviosa cuando ví que no había más puerta que por la que yo había entrado.
—¿No hay un departamento de vestuario o algo así? — Pregunté nerviosa.
El hombre se echó a reír. Su risa resonó potente en su fuerte y peludo pecho que sobresalía de la camisa blanca medio abierta que vestía.
—¿Dónde crees ...
... que estás, mi amor? ¿Hollywood? —dijo señalando un pequeño biombo en una esquina—. Allí está el “vestuario”. Ponte el blanco primero, ¿de acuerdo?
Me sentí un poco nerviosa al tener que cambiarme prácticamente frente a él. Estaba acostumbrada a tener mi propio vestuario, así como alguna asistente que me ayudara a peinarme y maquillarme. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer? No me iba a echar atrás después de lo que me había costado convencer a mi amiga Sofía. Me fui detrás de aquella pantalla que apenas se aguantaba, y empecé a quitarme la ropa. Toda ella.
El atuendo “blanco” al que se refirió, resultó ser un sostén de encaje y unas bragas a juego. Las copas del sujetador eran tan bajas que casi se sobresalían mis pezones por arriba. Las bragas también eran de corte muy pequeño, apenas llegando a tapar los pelitos recortados que adornan mi pubis.
Como mi regla principal para ser modelo es no enseñar mis pezones ni mi coño, nunca me preocupé de depilarme completamente. Pero ese conjunto rozaba realmente el límite y me quedé dudando, sin decidirme si salir o no.
Justo estaba en ese debate mental cuando Manuel, que así se llamaba ese hombre, empezó a pedirme que me diera prisa, que ya era tarde y no teníamos todo el día. Entre su insistencia y mis nervios, al final me decidí a salir delante suyo con ese revelador atuendo. Sus ojos se clavaron en mí mientras me instruía que me colocara sobre la cama.
Me senté en el borde con la piernas bien cerradas y los brazos cruzados ...