1. HASTA LA CIMA - CUARTA PARTE


    Fecha: 20/04/2023, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos

    ... haber guardado el tema un poco más? Adrián siempre había sido muy directo, no había sido mucho de hablar con rodeos. Si algo le gustaba te lo hacía saber y, por el contrario, si algo no le gustaba en lo absoluto se aseguraba que no lo olvidaras jamás.
    
    —He pensado en casarnos —respondí.
    
    Adrián se atragantó con el bocado de arroz que había engullido de los palillos.
    
    —¿Qué? —dijo entre carraspeos—. ¿Por qué nunca te tomas las cosas en serio?
    
    Yo fruncí el ceño.
    
    —¿Eso piensas? —inquirí—. La verdad es que lo decía muy en serio. Pienso mucho en casarnos, en cómo sería nuestra boda. Pienso que nos habríamos casado de todas formas estando en España, Venezuela, Suiza o México. Somos el uno para el otro.
    
    —¿De verdad? —cuestionó—. ¿Y por qué has hecho lo que has hecho?
    
    —Todo el mundo se equivoca alguna vez —me sorprendió la facilidad con la que surgieron las palabras de mi boca, la incapacidad de mi mente en aquel entonces por detenerse a pensar dos veces lo que estaba por decir—. Nadie se define por sus errores.
    
    —Pero uno no se equivoca con las personas que dice amar —el tono de voz de Adrián había comenzado a tornarse hostil.
    
    —¿Cómo? ¿Piensas que amamos a alguien y la sabiduría llega a nosotros como los anuncios de ventas que llegan justo a tiempo? —pregunté—. Por supuesto que no. Nosotros nos enamoramos y seguimos siendo tontos. Tontos enamorados. El amor no nos cambia, al contrario, nos toma tal y como somos y nos avienta por un camino que nos va dando de ...
    ... hostias, como dirían los españoles. Y es ese acto el que nos cambia, los golpes, el miedo de volver a tropezar, o el deseo de haberlo hecho mejor. No un sentimiento.
    
    Hubo un gran silencio.
    
    Adrián estaba sentado a un lado de mí, con una de las cazadoras que había traído de nuestro país, mirándose los zapatos con los ojos húmedos. Y yo estaba a un lado de él, comiendo arroz en silencio y preguntándome por qué no lloraba también. ¿Por qué no sentía nada? No había culpa, ni tristeza, ni anhelo. Había arroz oriental y el deseo de meter la mano en mi bolsa y tocar la tarjeta dorada.
    
    Deseaba que Adrián se quedara, pero una parte de mí deseaba que lo hiciera sin pedirme grandes sacrificios. Sin embargo, Adrián hizo todo lo contrario.
    
    —Si quieres estar conmigo, Regina —comenzó a dictar la sentencia—. Nos quedamos juntos y nos casamos de blanco. Es lo que más quiero en este mundo. Pero dejas el trabajo de Massimo.
    
    —¿Cómo? —pregunté sin poderme creer sus palabras—. Espera... ¿vas a dejarlo también? ¿Vamos a buscar otro lugar juntos?
    
    Adrián negó.
    
    —No nos podemos quedar los dos sin empleo —dijo—. Dejas el empleo de Massimo y te conseguimos algo mejor lejos del complejo.
    
    Fruncí el ceño, volteando a mirar a un Adrián que me miraba completamente decidido.
    
    —Pero... —balbuceé—. No entiendo. ¿Qué tiene que ver mi trabajo con...?
    
    —Nada —me interrumpió—. Pero estoy dispuesto a perdonarte a cambio del trabajo que tienes con Massimo.
    
    Y la necesidad por llevar mi mano ...
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