HASTA LA CIMA - CUARTA PARTE
Fecha: 20/04/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos
... dejar todo eso para casarte con el hombre que amas?
Miré a Marena y ella me miró a mí. En algún momento, Marena había dejado el periódico de lado y había optado por una postura más recta en la mesa, cosa que hablaba de la tensión que se acrecentaba dentro de ella. Cuando Marena abandonaba su postura de vagabunda algo estaba mal.
—Esto es por Manuel —dije al fin.
—¡Claro que es por Manuel! —exclamó Marena—. Porque si él me hubiese dado la oportunidad de abandonar algo a cambio de estar juntos para siempre, lo habría hecho sin dudarlo ni un solo segundo.
—Mar —murmuré con cautela—, nada es para siempre.
Marena negó.
—Pero no tuve esa oportunidad —continuó como si yo no hubiese dicho palabra—. Y tú sí, y la vas a desperdiciar por una tarjeta dorada.
Negué con la cabeza.
—No por una tarjeta dorada, sino porque una persona que te ama de verdad no busca castigarte por tus errores.
—Si Manuel regresara y me pidiera perdón por haberme abandonado, lo aceptaría porque es y será el hombre que amaré siempre, pero créeme Regina, me ocuparía por castigar lo que me hizo el tiempo que fuera necesario para sanarme a mí misma.
No compartía las creencias de mi mejor amiga, sin embargo, entendía que el duelo para Marena que había comenzado aquel día en el altar no había terminado aún. No tenía caso imponer mis pensamientos frente a los de una persona herida.
De pronto se escucharon unos nudillos en la puerta que disiparon la tensión.
—Justo a tiempo ...
... —bromeé.
Me apresuré a levantarme de la mesa cuando Marena se precipitó para tomarme por la muñeca.
—Voy a apoyar la decisión que tomes con respecto a Adrián —aseguró—, pero por tu bien espero que sea la mejor. El dolor de perder a alguien que amas es devastador, como si esa persona hubiese muerto en el momento justo en la que más la amabas, y de cierta forma así es.
—Ya no te preocupes por mí —fue todo lo que acerté a decir.
Y aun cuando los ojos de Marena estaban plagados de temor, decidió dejar el tema por la paz, al igual que yo.
Lo que Massimo me pidió que llevara durante la cena de esa noche resultó ser un vestido, pero no uno cualquiera. El que apareció en la puerta de mi apartamento era uno simple pero precioso, de un rojo oscuro satinado que se sostenía por un par de tirantes muy delgados dando lugar a un gran escote, largo y caracterizado por un corte en cada pierna dejándolas al descubierto. Descarado pero sofisticado.
—¿Y no podía mandarlo sin el maniquí? —preguntó Marena con ironía y ambas nos echamos a reír.
La mujer que iba con él paseaba su mirada entre el marco de la puerta y la base que sostenía al maniquí, visiblemente preocupada.
—¿Cómo has traído eso hasta acá? —preguntó Marena, divertida.
La mujer que tenía pinta de ser extranjera negó como si realmente no lo supiera.
—Podemos sacarle el vestido y ya —sugerí.
—El joven Massimo me pidió que lo confeccione para usted —comentó entonces, con un tono de voz impregnado de Rusia—. El ...