Angie (III): En la piscina con mi hermana Lucía - Relatos Eróticos

Angie (III): En la piscina con mi hermana Lucía

... que va a ser mejor es como tus nalguitas se comen las tangas —dice riéndose.

Yo: Acaso te molesta porque tengo la cola más linda que tú —le digo.

Lucía: Que sea más grande no significa que sea más linda, lo más importante es la forma y que este paradita, así como la mía —me dice orgullosa.

Yo: Si no te has dado cuenta yo cuento con todo eso, aparte la mía es más grande, tu pierdes.

Lucía: Veremos si puedes mantener eso en su lugar.

Angie: Lo mismo digo tontita, que los culos chicos también se caen —le digo eso solo para por molestarla ya que también tiene una linda cola, la última vez le medía 96cm.

Como hermanas éramos muy unidas pero nos encantaba competir y siempre nos esforzamos al máximo por ganar o por demostrar mejor, nunca con mala intención, pero ustedes saben cómo son las relaciones con los hermanos.

Lucía: Intercambiamos bikini o no?

Yo: ¿Para qué? quieres ver como con ambos luzco mejor?

Lucía: No tontita, solo quiero probarme el tuyo.

En ese momento recordé lo mojada que la había dejado anoche y le dije:

—Para la próxima hermanita, esta vez la usaré yo.

Lucia: —Mientras se pintaba sus labios de un rojo intenso luego de haber encrespado sus pestañas dice— Estoy lista, bajas o qué?

Yo: No entiendo para que te pintas, vamos a tomar sol, no a la disco.

Lucía: Pendeja, a mí me encanta estar siempre hermosa, si tú quieres bajar con esa cara de zombi es tu problema.

Me mire al espejo y tenía razón, estaba con cara de recién ...

... levantada. Si bajo contigo, dame 5 minutos y realice el mismo procedimiento solo que use un labial rosa. Subí a mi pieza y busque la parte superior, me mire al espejo, me veía increíble, esa misma mujer que se había despertado anoche frente al espejo iba ahora a tomar sol donde podía ser vista por cualquier vecino, sentía esa calentura venir pero corte esos pensamientos buscando los accesorios restantes para no demorar más, el bronceador, una toalla y los lentes de sol.

Lista estaba mi hermana esperando cuando me dice, apúrate tonta y me lanza un pareo, ambas nos colocamos y nos despedimos de nuestros padres.

Mama: Nos vemos a la hora de almuerzo, luego bajo yo.

Lucía: Chao PAPA!!! —Grita al no escuchar su respuesta.

Este se voltea con cara de perro y solo hace una seña con la mano sin mirarnos.

Salimos por el pasillo hacia al ascensor, mientras esperamos Lucía me dice: —Pobrecito, debe sufrir mucho de vernos así.

Yo: Él es el tonto, no se para que sufre, ya estamos grandes —digo recordando cómo me había tomado fuerte de la cintura para ver como quedaba el tanga entre mis pompis.

Lucía: Pendeja al final, que quieres, que acepte sin más que su hijita pequeña anda con todo el culo al aire —me dice desafiante— no se lo podía creer, hubieses visto su cara.

Yo: Habrá aprendido de su hermana mayor no? —Le respondo de la misma manera.

En eso llega al ascensor y dentro venía ni más ni menos que el conserje, el de la fantasía de mi hermana, Don Pedro quien al ...