1. El blues de La Sirena Azul


    Fecha: 15/06/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... leche.
    
    Intercambié una mirada cómplice con mi sumisa, pero no dije nada. Eso facilitaba mucho las cosas.
    
    Los gemidos de Elena llenaban el salón y, suponíamos, también el resto de la casa. Se encontraba inclinada sobre el sofá con el culo en pompa, mientras me la follaba con un arnés que había comprado hacía un par de semanas; uno no tan grande como el de Sonia, pero resultaba igualmente efectivo. Yo, tras ella, le sujetaba las manos a su espalda y de tanto en tanto dejaba caer un par de azotes sobre su culo. No me quedaba duda alguna de que Ana nos estaría escuchando y, a decir verdad, eso era justo lo que pretendíamos.
    
    Entonces la vi. Oculta tras la puerta del salón, creyendo que no podíamos verla, Ana nos miraba con los ojos muy abiertos y el rostro colorado a causa de la vergüenza o, quizá, de excitación. Fingí que no la veía y seguí follando el coño de mi sumisa hasta que esta explotó en una brutal corrida. Solo entonces clavé la mirada en Ana, para que supiese que la había visto. Si bien se asustó y dio un respingo cuando lo hice, al advertir que yo no decía ni hacía nada al respecto permaneció allí viendo el espectáculo. Extraje la polla de plástico del coño de Elena, abrí su culo con las dos manos y, poco a poco, se la enterré en él hasta que la tragó completamente. Solo entonces comencé a follarla, lo que arrancó a mi sumisa no pocos gritos de dolor y de placer. Mi mirada todavía tenía atrapada a Ana, situación que me recordó a lo que me había sucedido a mí ...
    ... con Sonia cada vez que nos habíamos visto. Si no me equivocaba, ya era mía.
    
    —Ven aquí, Ana —dije sin dejar de taladrar el culo de Elena—. Podrás verlo mejor.
    
    Obedeció, lo que confirmó mi teoría. Ya frente a nosotras, aunque todavía avergonzada por lo que estaba viendo, Ana fijó la mirada en la polla de plástico que estaba siendo engullida por el culo de mi sumisa. Di un par de empujones más, la saqué y con total tranquilidad me despojé del arnés, que cayó al suelo. Suspiré, fingiendo cansancio, y me senté en el sofá. Elena, como buena sumisa, se arrodilló a mis pies, a la espera de órdenes.
    
    —Así que lo has vuelto a hacer —dije como si tal cosa.
    
    Ana, avergonzada, miró al suelo.
    
    —Perdona, yo... hacíais mucho ruido.
    
    —Te dije que gritabas demasiado, Elena. ¿Ves? Has molestado a Ana.
    
    —No, no pasa nada —dijo esta—. No importa.
    
    —Claro que pasa. —Me incorporé, agarré del pelo a Elena e hice que se pusiese sobre mis rodillas—. Ahora voy a tener que castigarla.
    
    La azoté con fuerza, a lo que mi sumisa respondió con gemidos de placer. Cuando conté hasta doce me detuve, Elena volvió a arrodillarse a mis pies y miré a Ana, quien nos observaba asombrada.
    
    —También voy a tener que castigarte a ti, Ana. Nos espiaste.
    
    Su mirada al escuchar mi sentencia fue la de un pajarillo asustado, y por un momento temí haberme equivocado con todo aquello y que mi amenaza hiciese que se marchase de allí completamente escandalizada por lo que acababa de pasar. Sin embargo en ...
«12...5678»