1. El blues de La Sirena Azul


    Fecha: 15/06/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... vez de eso tragó saliva, se dirigió hacia mí y, completamente roja de vergüenza, se colocó sobre mis rodillas.
    
    —Elena, prepárala debidamente.
    
    Mi mascota se puso en pie y tiró del pantalón de pijama de Ana, que le quedó por las rodillas. Con un respingo esta hizo intención de subirlo de nuevo, pero Elena se sujetó la mano, se dirigió a su espalda y le hizo levantar ambos brazos para quitarle también la parte de arriba, lo que dejó a la vista dos enormes tetas de duros pezones. Arrojó la prenda a un lado y acto seguido hizo que sacase los pies del pantalón, que quedó en el suelo. Desnuda por completo, Ana me miraba con la respiración acelerada. Por si sus rebeldes pezones no hubiesen sido suficiente indicio de lo excitada que estaba, la humedad que podía verse en la entrepierna de sus pantalones me confirmó que estaba completamente cachonda. Elena la hizo tumbarse de nuevo sobre mis rodillas, lo que dejó colgando sus enormes tetas, y mi mano acarició con cariño su trasero antes de propinar el primer azote. Ana, con los dientes apretados, permaneció en silencio. Los azotes siguieron cayendo uno tras otro hasta que conté veinte.
    
    —Es suficiente —dije—. Puedes ponerte de pie y vestirte. Elena, dame placer.
    
    Ana se incorporó, todavía sin emitir queja alguna por el castigo pese a que su culo estaba rojo y su rostro mostraba una expresión de dolor. Sin hacer caso de su presencia mi mascota se apresuró a colocarse entre mis piernas y a hundir la lengua en mi coño empapado. ...
    ... Cómodamente sentada en el sofá empujé su cabeza para sentirla todavía más dentro de mí y miré a Ana, quien permanecía inmóvil, desnuda y ruborizada. La dejé así, a la espera de ver qué hacía, y comencé a gemir a causa de la comida de coño que me estaba haciendo mi sumisa. Los minutos fueron pasando, pero no se movió. La dejé que viese cómo disfrutaba de Elena, hasta que me corrí entre gemidos de placer.
    
    —Buena chica —dije propinando un cachete en el culo de Elena.
    
    —Gracias, Ama —respondió esta, ya en su posición de espera habitual.
    
    Al verla de rodillas ante mí, Ana tragó saliva y copió su postura.
    
    —¿Qué... qué hago ahora? —murmuró con gran vergüenza y otra vez roja como un tomate.
    
    En lugar de responder me incliné hacia ella y agarré sus grandes tetas con las manos. Comencé a jugar con ellas, pellizcando los pezones de tanto en tanto, y los suspiros de placer de Ana no tardaron en llegar. Yo lucía una buena 90c, pero semejantes ubres dejaban ridícula incluso mi dotación.
    
    —¿Qué talla usas, Ana?
    
    —110b —dijo entre suspiros—. Son... son demasiado grandes.
    
    —No digas tonterías.
    
    Me incliné sobre ella y me metí una de sus enormes tetas en la boca para obsequiarla con lamidas, besos y pequeños mordiscos. Ana, excitada, cerró los ojos y poco a pocos sus suspiros se transformaron en leves gemidos de placer. Con un gesto ordené a Elena que se ocupase del otro pecho, lo que aumentó los gemidos de nuestra compañera de piso. Complacida advertí que Ana retorcía las ...
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