1. Eran las tres de la mañana


    Fecha: 28/06/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Maduro Salido, Fuente: CuentoRelatos

    ... todavía no hemos terminado. ¿No?
    
    Y se puso a chuparme de nuevo la polla y ponerme su coñito en la boca, unos minutos de conversación y ya estaba en forma, bendita juventud. Pero debe ser verdad que la juventud se pega porque se me puso tiesa como nunca y ella me lo confirmó.
    
    - Le hacía a usted falta una noche como esta. La tiene más dura y más gorda que cuando hemos empezado.
    
    Al rato, yo no me había dado cuenta de que la hubiera cogido, empezó a introducir la vela en mi ano, provocándome un dolor muy soportable, creía que iba a estallar de nuevo en su boca. ¿Cómo podía saber tanto esa chiquilla? Me asaltó por un momento la preocupación de que era amiga, muy amiga, de mi hija. ¿A ver si mi hija...? Con un empujón dentro de mi recto con la vela me olvide de mi hija y, sorprendentemente empezó a gustarme mucho. Me esforzaba en retrasar mi eyaculación porque sabía que con ello se darían por terminadas mis posibilidades de seguir gozando hasta haber dormido unas horas, si es que podía conciliar el sueño.
    
    Empecé a chupar a lo bestia su coñito, que era bastante pequeñito aparentemente, porque le entraba el consolador con suma facilidad y yo bombeada y chupaba sin parar, mientras ella me chupaba y bombeada sin parar. Durante unos veinte minutos estuvimos sin parar y ella se corrió un par de veces o tres, ya perdí la cuenta, y yo, como ya en otras ocasiones me había pasado al repetir, de tanto retener la eyaculación se me hacía imposible mantener la erección. Cuando la ...
    ... niña lo notó me preguntó.
    
    - ¿Qué le pasa, no le gusta?
    
    - Claro que me gusta, pero a mi edad resulta más difícil mantenerla dura. Oye una cosa, ¿No me podrías hablar de tú? A estas alturas me cuesta un poco entender tu trato como una muestra de respeto, parece más bien de distanciamiento.
    
    Cambiando de posición y pasando de mamármela a pajearme intensamente con la mano derecha, mientras con la izquierda no dejaba de bombearme la vela en el recto. Alargó su cuello y acercó su boca a mi oído derecho preguntándome, muuuuy lentamente, como en un susurro y con la voz más preciosa, sensual, cariñosa y dulce que he oído en mi vida:
    
    - ¿De verdad quieres que te hable de tu como hace tu hija?
    
    Y no sé qué me pasó, pero solté cuatro sacudidas de leche sobre la almohada de mi hijo.
    
    - La hemos fastidiado. La lavaré en mi casa, diré que la he manchado con el maquillaje.
    
    Dijo al tiempo que quitaba la funda de la almohada y sin dejar de chuparme la polla hasta dejármela bien limpita. Tardamos un poco en recobrar el aliento. Cuando ya estábamos serenados. Me pregunto:
    
    - ¿Estás bien? Quieres seguir un poquito más. A mí me duele bastante, pero estoy muy a gusto. ¿Y tú?
    
    - No había disfrutado tanto en toda mi vida. Gracias. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Creo que nos podríamos dormir. Son las casi las cinco y media y tendremos que descansar un rato. ¿No? Ojalá pudiera pasar la noche contigo.
    
    - Abrázame un rato ¿Vale?
    
    Tapaditos. La abracé y pensé estar unos ...
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